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Valorização

El Universo es una inmensa librería.
La Tierra es apenas uno de sus estantes.
Nosotros somos los libros colocados en ella.
De la misma forma que las personas compran libros apenas por la belleza de la tapa, en la biografía o el índice y el contenido del mismo, muchas personas validan a los otros por la apariencia externa, por la tapa física, sin considerar la parte interna.
Otras, buscan libros con títulos fantásticos, sensacionalistas, historias de terror o romances profundos.
También es así con las personas: Hay aquellas que buscan sensacionalismos baratos, dramas o apenas un romance, sea profundo o sencillo.
Somos hombres libros leyendonos unos a los otros.
Podemos quedar solo en la tapa o profundizar nuestra lectura hasta las páginas vivas del corazón.
La Tapa puede ser interesante, mas es el contenido que brilla a la esencia del texto.
El cuerpo puede tener una belleza plástica, mas es el espirito que da brillo a los ojos.
También podemos leer en las páginas experiencia de vida muchos textos de sabiduría.
Depende de lo que estamos buscando en el estante.
Podemos ver en cada hombre libro un texto impreso en las líneas del cuerpo.
Dios colocó su firma Divina allí, en las páginas del corazón, mas solo quien lee en el interior es que descubre eso.
Solo quien vence la ilusión de la tapa y escudriña en las páginas de la vida íntima de alguien, es que descubre su real valor, humano y espiritual.
Que todos nosotros podamos ser buenos lectores conscientes.
Que en las páginas de nuestros corazones podamos leer una historia de amor profundo.
Que en nuestros espíritus podamos leer una historia inmortal.
Y que, siendo hombres libros, nosotros podamos ser lectura interesante y creativa en varios estantes de la librería universo, pues somos hombres libros.
La tapa se arruga y las hojas se pueden rasgar.
Mas, nadie arruga o las ideas y sentimientos de una consciencia inmortal.
Lo que no fue bien escrito, podrá ser bien escrito mas a adelante Mas, con toda certeza será publicado por la editora de la vida, en el estante Divino Hay hombres libros de varias tapas y colores, mas Dios es el editor de todos ellos.

Duas coisas enchem a alma de admiração e de respeito sempre renovados e que aumentam à medida que o pensamento mais vezes se concentra nelas: acima de nós, o céu estrelado; no nosso íntimo, a lei moral.
Não é necessário buscá las e adivinhá las como se estivessem ofuscadas por nuvens ou situadas em região inacessível, para além do meu horizonte; vejo as ante mim e relaciono as imediatamente com a consciência da minha existência.
A primeira, a partir do lugar que ocupo no mundo exterior, estende a relação do meu ser com as coisas sensíveis a todo esse imenso espaço onde os mundos se sucedem aos mundos e os sistemas aos sistemas e a toda a duração ilimitada dos seus movimentos periódicos.
A segunda parte do meu invisível eu, da minha personalidade e do meu posto num mundo que possui a verdadeira infinitude, mas no qual o entendimento mal pode penetrar e ao qual reconheço estar vinculado por uma relação não apenas contingente, mas universal e necessária (relação que também alargo a todos esses mundos visíveis).
Numa, a visão de uma infinidade de mundos quase aniquila a minha importância, na medida em que me considero uma criatura animal que, depois de ter (não se sabe como) gozado a vida durante um breve lapso de tempo, deve devolver a matéria de que é formada ao planeta em que vive e que não é mais do que um ponto no universo.
Pelo contrário, a outra ergue infinitamente o meu valor como inteligência, mediante a minha personalidade, na qual a lei moral me revela uma vida independente da animalidade e até de todo o mundo sensível, pelo menos na medida em que podemos julgá lo pelo destino que esta lei consigna à minha existência, e que, em vez de ser limitada às condições e aos limites desta vida, se alarga até ao infinito.
(Immanuel Kant)
(Citador)