En esta vida de canciones me acompañas,
sos la caricia, la eternidad, el vendaval,
mi grito, pasión, razón de mi poesia.
Abre tus alas migratorias y fantásticas,
¡Que cante tu acordeon temblando con ternura!
Para que su música que ardiente emana,
me alegre el corazón y cure mi amargura,
Y me hable de cosas que persisten incesables,
de la vida, del amor y de la sangre.